El mar Egeo se deslizó bajo la ventana, desapareció. Las dunas del Atlántico, la campiña francesa se
confundieron con el desierto de Nuevo México. En el cuarto el aire no rizaba ningún plumaje embebido en cera. Afuera no había ninguna pera esculpida por el viento, ninguna mariposa ronroneante. Afuera sólo había un cohete, un sueño combustible que para elevarse sólo esperaba la fricción de una mano.
En el último momento de sueño, alguien le preguntó cómo se llamaba.
Tranquilamente, dio la respuesta que él había oído durante horas, desde la medianoche.
-Ícaro Montgolfier Wright.
La repitió lentamente, para que el otro pudiera recordar el orden exacto de todas las letras."
Aprendió a volar antes de tener edad para manejar un coche, laburando en lo que podía para pagarse las lecciones. Pudo ir a la Universidad por una beca de la Armada, que despues de dos años lo mando a Corea, a los 19. Peleó 78 misiones y volvió a su casa tres años después en una pieza y caminando (lo que en el inicio de los jets a reacción no debió ser poco). Renunció a la reserva naval y se quedó en lo que más tarde sería la NASA por 17 años mas. Durante ese tiempo tocó el trombón, terminó de estudiar Ingenieria Aerospacial, fue piloto de pruebas de cuanto bicho con alas le pusieran delante (incluido el infame X-15), se casó, tuvo tres pibes y perdió a su esposa por un tumor el mismo año en que se convirtió en astronauta. Y después fue a la Luna.
Con otros dos milicos/cientificos/pilotos. Fueron todos a la luna en una bomba enorme e inestable, con computadoras que eran más lentas que el celular de tu vieja. Prendieron la mecha, no miraron atras, apretaron los dientes y salieron. A la Luna.
Le tocó ser el primero en bajar y ver que había. Después se subieron a su minúscula nuez de lata (comparada con la que los llevó de ida) y volvieron a casa, a trescientos mil kilometros. A un segundo luz. No se hundieron en un pozo lleno de estrellas como Bowman ni dejaron que la nave fuera a donde ella quisiera, como hizo el Mayor Tom. Nixon los esperaba para la foto y ninguno vivía en las nubes. Pero, además de las banderas y la carrera espacial, ademas de todo lo que ya sabemos, tres seres humanos se subieron a un dedal impulsado a gas y navegaron a una hermosa roca estéril, flotando durante días para atravesar la nada. Y volvieron.
Después dijo que no iba a viajar más al espacio y renunció a la NASA. A diferencia de algunos de sus colegas nunca participó activamente en política, y eso que lo fueron a buscar de todos lados. Estaba en contra que su país actuara como policía del mundo. Se dedicó a enseñar y eligió una universidad con un departamento aeroespacial mas chico que en el que estudió: esperaba que el resto de los académicos de allí no se ofendieran por conseguir un cargo de profesor contando sólo con un titulito como el suyo.
Fue de visita a Escocia, al burgh (pueblo, para hacerla corta) hogar del Clan Armstrong. ¿Vieron Highlander? Lo mismo pero sin rayitos. Lo nombraron Freeman of the Burgh (ciudadano ilustre o por ahí). El Juez de Paz, al que sólo puedo imaginar como Willie el jardinero, aprovechó para leer un ley vigente de 400 años donde se ordenaba que a cualquier Armstrong que encontraran en el pueblo debían colgarlo ipso-facto... Escoceses.
Le hizo juicio a su peluquero de 20 años porque se enteró que vendió (de queruza y por tres lucas) pelo que le había cortado. Le dijo que que donara esa guita o le devolviera el pelo. Donó la guita, claro.
Siempre mantuvo muy bajo perfil. Tuvo que oir (de lejos, espero) a toneladas de pelotudos afirmar que nunca estuvo en la Luna, a pesar de la enorme cantidad de evidencia científica y testimonios mundiales (ya sean los sovieticos mirando con lupa lo que hacía la contra, o los 20 kg de rocas que se trajeron, o el espejo que dejaron apuntando para acá y que usaron observatorios de todo el mundo para medir la distancia con lasers, o...). Ya no los oirá más, por suerte.
Si es por despedir hay mucha gente que se ha ido en estos tiempos, de por acá nomás o más lejos. Solo puedo decir que, cuando era chico y de noche miraba hacia arriba, yo sabía qué quería ser.
"-Ícaro Montgolfier Wright... Nacido novecientos años antes de Cristo. Escuela primaria: París, 1783. Escuela secundaria: Kitty Hawk, 1903. Diploma de la Tierra a la Luna, hoy mismo, Dios mediante, 1° de agosto de 1970. Muerto y enterrado, con suerte, en Marte, en el verano de 1999, año de Nuestro Señor.
Y salió a la vigilia.
Y no hubiera podido decir si había alguien o no detrás de él. Y no hubiera podido decir tampoco si
esas voces que lo llamaban por sus tres nuevos nombres eran una voz o muchas, jóvenes o viejas, próximas o distantes, altas o bajas. No se dio vuelta.
Pues el viento se levantaba lentamente, y él dejó que ese viento lo llevara por el desierto hasta el
cohete que estaba allí, esperándolo."
Ícaro Montgolfier Wright, Ray Bradbury, 1956
La Universidad donde estudió lo recuerda asi. Sin uniforme, sin pose heroica. Un flaco engominadito, ahí sentado esperando a alguien, agarrando unos libros. Mirando a lo lejos, a ver que pasa. |
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PD: Ahora dejemos un poco de espacio....
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...listo, suficiente emoción por el momento:
De todas las demenciales historias que rodean el primer alunizaje la única que me gusta es una que involucra directamente al muchacho de arriba, y es tan falsa como las demás. Cuenta la leyenda que después de decir su famosa frase sobre pequeños pasos y grandes saltos, Armstrong miró hacia la Tierra y murmuró: "Buena suerte, señor Gorsky". El señor en cuestión era vecino suyo cuando era chico y una tarde, al ir a buscar la pelota al fondo de su casa, lo oyó discutir con su esposa.
Llegó para escuchar el final, cuando la señora Gorsky, tajante, le decía a su media naranja: "¿Sexo oral? ¡Vas a tener sexo oral cuando el pibe de al lado camine en la luna!"
Y ése es, por lejos, el mejor bolazo que circula sobre el Apolo XI.
Muy bello post, luis, como el relato de Bradbury, cosa de y para soñadores, no está para nada mal, eso me parece, llevar un astronauta en el corazón. Calienta el alma y mejora la vida. Me gusta mucho el monumento, es el hombre no el traje lo que hace al navegante.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias Profe, otro abrazo.
EliminarNo conocía la historia del quía. Gracias Luis.
ResponderEliminarNo hay de qué, Sudaca :)
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